viernes, 26 de diciembre de 2008

Caen las horas

Caen las horas, igual que caen las hojas, leves, casi etéreas, menudas y arrugadas de tiempo. Caen las horas convertidas en minutos y segundos lentos, viscosos, casi detenidos...
Miro por la ventana y veo a un hombre mirando al cielo, como esperando las hojas, con las manos extendidas, esperando lo único que la vida le envía. Parece suspendido en un instante, invisible a los demás, ajeno al mundo, encerrado en su propia espera.
Y caen las horas, y el sol se oscurece, y yo sigo mirando por la ventana...

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Hoy Digo Vivir

Hoy empiezo una nueva andadura, un primer blog. Es una sensación extraña, porque no es como escribir en un diario secreto. Se trata, en esta ocasión, de un diario de libre acceso, pero anónimo. No sé bien que saldrá de aquí, si terminaré abandonándolo dentro de semanas o meses, o si -por el contrario- me acompañará durante mucho más tiempo...
Elijo un nombre que tiene significado para mí, elijo a un poeta.

Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.

Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.

Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.

Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.

Blas de Otero
(Redoble de conciencia, 1951)