Cada día las mismas caras en la tele, las mismas expresiones, las mismas palabras… Y yo termino por no creerme a nadie. Es todo un conjunto vacío de buenas intenciones, honestidad, firmeza y cercanía fingida. Estoy desencantada con el mundo, bueno, con el mundo no, más bien con las figuras notorias y públicas que se llenan los bolsillos a base de palabras huecas, de medias verdades y mentiras completas. Estoy desencantada con el orden mundial, o mejor dicho con el caótico desorden mundial.
¿No se supone que debería ser al revés? ¿No es evolución natural volverse más conservadora con la edad? ¿Por qué me pasa a mí al revés? Cada día estoy más asqueada de todo, y soy más incrédula. Cada día me siento más y más defraudada con aquéllas personas que en su día me pareció que eran honestas y justas. Hoy las veo como mezquinas, aprovechadas y mentirosas. Me da repelús ver a todas las celebrities sonrientes, embutidas en trajes que cuestan fortunas recaudando fondos insignificantes por cualquier causa que olvidan tan pronto como se desabrochan la chaqueta. No me creo al futbolista de turno que va en su mes de vacaciones a Sierra Leona para limpiar su conciencia, y a su regreso se compra un coche que vale tanto como 3 escuelas y dos consultorios médicos. Me dan ganas de escupirles a todos en la cara.
A veces trato de consolarme a mí misma diciéndome que por lo menos soy crítica, que no he caído del todo en las garras de este apestoso sistema, pero ¿es suficiente con eso? Yo no lo siento así. ¿Qué puedo hacer? ¿Me hago socia de Intermon Oxfam, o de Médicos sin Fronteras? ¿Sería eso suficiente? Tampoco lo creo. ¿Se trata de dejar mi vida tal como es para irme a cualquier rincón del mundo a “ayudar” y pasarlas tan putas como las pasan ellos? Quizá, pero eso implicaría crear problemas a personas más cercanas. ¿Es siempre así? ¿Se trata de elegir si prefiero paliar mínimamente el dolor de alguien lejano o si, por el contrario, me sentiría más satisfecha aportando felicidad a quienes me rodean? Si es así, si la elección es esa, y no estoy muy equivocada en mi planteamiento, este mundo definitivamente, apesta. Huele a podrido por todos lados, y además no hay lugar para la esperanza.
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